El pasado mes de noviembre fallecía Marisa Arranz, coordinadora del proyecto de baloncesto y de deporte adaptado de Holystic ProÁfrica en Wukro (Etiopía).
A punto de cumplir 59 años, Marisa se había jubilado poco antes de conocer la noticia de que tenía que luchar contra un cáncer. Aunque asustada por la impactante noticia, la alcalaína puso toda su energía en tratar de curarse. Le quedaba un tiempo muy valioso para seguir disfrutando de su familia, de los viajes, de los pequeños y grandes placeres de la vida… Y de su baloncesto y los proyectos solidarios en los que estaba involucrada.
Pero el destino fue cruel y se fue demasiado rápido, y a muchos de nosotros no nos dio tiempo a despedirnos como se merecía por la rapidez con lo que se desencadenó todo.
Por este motivo, el domingo 18 de diciembre el polideportivo de Alcalá de Henares acogió un emotivo homenaje que le rindió el mundo del baloncesto madrileño. A lo largo de toda la mañana, excompañeras de los equipos de baloncesto en los que jugó, así como entrenadores con los que había coincidido y jugadores a los que también había entrenado, disputaron varios partidos amistosos y las gradas se llenaron de amigos, familiares y allegados.
“Fue muy emocionante”, dice Diego Ramos, compañero de Marisa en Holystic ProÁfrica y uno de los organizadores del homenaje. “Que hubiesen cerca de 40 personas jugando y 200 en la grada demuestra el tipo de persona que era Marisa. Una mujer muy querida”.
Luis Manuel Sancha, también miembro de la ONG, fue uno de los árbitros durante la mañana del acto de despedida a Marisa. En un momento del homenaje, entre partido y partido, dijo unas palabras en honor a su excompañera en Holystic. “Dejándome llevar por los sentimientos podría decir aquello de ‘qué solos nos has dejado, Marisa’. Pero no sería justo y la verdad es que tenemos que decir ‘qué maravilloso legado y enseñanza de vida nos has dejado’, amiga”.
Mateo Ramos, exárbitro de la ACB y compañero de Marisa en Holystic ProÁfrica, también participó en el acto. “Era una persona con una ilusión y energía tremenda. Nos arrastraba a todos”, opina Ramos. “Siempre estaba pendiente de que se llevasen los proyectos a cabo; sobre todo el de baloncesto en Wukro (Etiopía), del que fue la principal impulsora y responsable”, añade. “La vamos a echar mucho de menos”.
“Tenía una gran capacidad de trabajo, mucha determinación y muchas ganas de hacer cosas. Se notaba que lo que hacía lo hacía con sentimiento. Siempre estaba pendiente de todos”, afirma Cecilia Ontiveros, responsable del proyecto de matronas de Holystic ProÁfrica. “ Me cuesta imaginarme la ONG sin ella”, se sincera con lágrimas en los ojos.
Marisa era una de los integrantes de Holystic ProÁfrica más veteranas. Llegó en 2010 y fue una de las primeras en viajar a Etiopía junto con Pablo Llanes y con destino a Wukro. Impulsó el proyecto de la escuela de baloncesto en esta localidad etíope, del que trató de mantener a pesar de la pandemia y de la guerra civil etíope. “En Etiopía era feliz. A la vuelta, siempre me decía: te dan tanto y tienen tan poco”, cuenta Alfredo, marido de Marisa.
El legado que deja Marisa en Holystic es un de valor incalculable, tanto en los proyectos desarrollados como en su forma de ser como persona y compañera de equipo. Para que su huella quede imborrable con el paso del tiempo, la escuela de baloncesto que impulsará la ONG en Uganda en 2023 llevará su nombre.
Hasta siempre, Marisa. Muchas gracias por tu luz, por todo tu trabajo y por tu amistad. Te echaremos mucho de menos.