Carta del padre Ángel Olaran sobre la situación del coronavirus en Etiopía

Testimonio directo del padre Ángel del momento que se está viviendo a causa del COVID-19 en Etiopía.

Wukro, sábado 30 de mayo.

Buenas noches Luis:

No te tenía olvidado. En el país llevamos una semana preocupados dado que los infectados por el COVID-19 han llegado a los 100 diarios, aunque parece que solo se dan en Addis Abeba. Se han llegado ya a los 1.000 afectados, desde que se comenzó con el primero; se han curado unos 170 y 7 han muerto. Se han cerrado toda las fronteras regionales e internacionales. En Tigray hay 9 infectados a quienes se les ha detectado durante el confinamiento de 14 días al entrar en Tigray. Venían de Yibuti y sin contacto con la población se les ha internado en un hospital. Para casos de confinamiento en Wukro contamos con 70 camas ofrecidas por 2 hoteles.

En la cárcel hay 800 reclusos. Los nuevos pasan por el confinamiento antes de unirse al grupo. Ayer estuvimos en la enfermería de la cárcel y nos piden ayuda de higiene: jabón para lavarse y para la ropa. Hace años que ayudamos con la higiene a las mujeres y un apoyo de alimentario a los afectados por el SIDA.

Hace dos días entramos en contacto con un grupo de 30 personas, con solo 2 mujeres, afectadas de parálisis cerebral, autismo… Se hace cargo de ellos un sacerdote ortodoxo sin presupuesto alguno; al buen hombre se le abrió el cielo cuando nos vio llegar. Están en un campo, cerca de la carretera; con un par de habitaciones con alguna estera; una mujer hacía la comida. Todo a mínimos. No había agresividad entre ellos.

Dos días antes, Maider una joven guipuzcoana, también confinada que trabaja con personas de ese perfil, me proponía abrir una casa para 10 años para lo que se comprometía a pedir un año de excedencia en el trabajo. La casa, sin lo consiguiéramos, estaría en el patio de una escuela donde los estudiantes pudieran interactuar con estos niños acogidos de día. Difícil rechazar esta oferta, así como desentenderse del otro grupo.

Mucho dependerá del vil dinero. Cambio de tercio en las reflexiones.

Un fuerte abrazo,

Ángel

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