Antía Fernández, voluntaria en Uganda: “Es necesario que haya fisioterapeutas en el hospital”

Hace poco más de un año, Elia Fernández inició el voluntariado de fisioterapia en Uganda con Holystic ProÁfrica en el área pediátrica de St. John XXIII Hospital-Aber, un hospital privado sin ánimo de lucro situado en el distrito de Oyam, en el norte del país africano. Desde el 15 de noviembre, la fisioterapeuta gallega, Antía Fernández, sigue los pasos de Elia. Tras finalizar un contrato de atención temprana en España, no lo dudó e hizo las maletas para emprender su primera experiencia como voluntaria. “Tengo 28 años y me dije: o ahora o nunca. Desde que empecé la carrera quería hacer algo así”, cuenta por teléfono tras finalizar la jornada de mañana de este miércoles, 22 de enero. En total, ha tratado a quince pacientes, entre niños y adultos; en una jornada completa suele atender a unas 20 personas.

Es la única fisioterapeuta del hospital así que ayuda en todos los servicios que puede. “Estoy en neonatología, que me encanta y es lo que mejor se me da. Trato a bebés recién nacidos que tienen problemas de asfixia en el parto o problemas respiratorios, por ejemplo. También les estimulo cuando no maman o les cuesta”, explica Antía. “Aparte, trato a pacientes del área de pediatría. Llegan casos de todo tipo, pero principalmente niños con parálisis cerebral o con problemas neurológicos congénitos. Y en adultos, los pacientes más comunes vienen tras haber sufrido ictus o han sido operados y hay que movilizarles tras una intervención de rodilla, por ejemplo”, añade.

Pobreza y necesidad de fisioterapeutas

Durante esto tiempo, a Antía le ha llamado la atención lo rápido que mejoran los pacientes porque son “más duros” y “por el coste que supone estar ingresados”. La joven fisioterapeuta cuenta que muchas personas llegan al hospital desde muy lejos y el desplazamiento es caro. “En el hospital también les mandan a casa en cuanto pueden”, subraya. “Yo les diseño ejercicios para que se vayan recuperando en casa. Luego, más adelante, regresan para revisiones periódicas”.

La voluntaria de Holystic ProÁfrica duerme en una guest house que hay dentro del hospital. Apenas tiene tiempo de hacer vida fuera, pero cuando sale a pasear o visitar un poco la zona, la describe como de “pobreza absoluta”. Cuenta que la mayoría de las casas no tienen ni luz, ni agua. Para hacer la compra tienen que desplazarse una hora y media hasta la localidad de Bulu.

“Uganda me está encantando. Aquí hay tiempo. Las cosas van despacio y puedes dedicarles tiempo a tus pacientes”, señala con pena. “Podría estar mucho más aquí, pero mi visado finaliza ahora y regreso a España el 12 de febrero. Cuando me vaya, no sé quién va a venir, pero es necesario que haya fisioterapeutas en el hospital”, concluye.

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