Etiopía y sus matronas: mi experiencia como formadora

Cecilia Ontiveros, Pablo Llanes, Rafa Llanes

Por Cecilia Ontiveros

Vuelvo por tercera vez a Etiopía con Holystic ProÁfrica, una ONG que se dedica a cuidar a niños con problemas neuromusculares en una clínica situada en Wukro, en la región del Tigray.

Cuando visité por primera vez esta localidad en 2016 fue como turista, para conocer de cerca el trabajo que realiza el equipo de fisioterapeutas de la organización con sede en Madrid, pero durante este último viaje y el año pasado, mi labor ha consistido en ampliar la ayuda más allá de la fisioterapia a través de mi experiencia como matrona, buscando la manera de mejorar la salud materno infantil de la zona.

Cada vez que regreso a España, familiares, amigos y conocidos siempre me preguntan lo mismo: ¿dan a luz todas en sus casas? ¿Quién se encarga de esas mujeres? ¿De qué material disponen? Las respuestas que les doy les suele sorprender. Cada vez son más las mujeres que dan a luz en hospitales, aunque es cierto que las cifras varían mucho dependiendo de la zona ya que son más altas en núcleos urbanos: en 2016, un 26 % de los partos de la zona fueron en hospitales frente al 5% en el año 2000, según datos de 2016 Ethiopia Demographic and Health Survey (EDHS 2016), una encuesta realizada por la Central Statistical Agency (Agencia Central de Estadística de Etiopía). Y también cuentan con matronas profesionales y disponen de los medios básicos -es en este último aspecto en el que se observan las mayores carencias-.

¿Cómo se forman las matronas en Etiopía?

Las diferencias formativas para ser matrona en Etiopía son sustanciales con respecto a España. Por ejemplo, para llegar a ser matrona hay que estudiar una carrera universitaria de cuatro años, que no tiene nada que ver con Enfermería, mientras que en España es una especialidad de estos estudios de grado. En cuanto a los periodos de prácticas, en Etiopía son de alrededor de cinco meses frente a los casi dos años íntegros de prácticas tuteladas que tenemos que hacer las matronas españolas.

Después de esta última estancia, en la que me acompañó un neonatólogo del Hospital de La Paz de Madrid, Felipe Gómez, impartimos una formación en reanimación neonatal para 86 estudiantes de matrona de la Universidad de Mekele (capital de la región del Tigray). La reanimación neonatal es un aspecto que consideramos de vital importancia dado que con medidas muy básicas se puede mejorar la situación de salud de los recién nacidos. En Etiopía se considera la posibilidad de supervivencia cuando los recién nacidos tienen más de los 7 meses, en tanto en cuanto en Europa está establecida con un mes menos de vida, con 6 meses. Aun así, las tasas de mortalidad neonatal en Etiopía -muerte del bebé en los primeros 28 días de vida- siguen siendo mucho más altas: según datos de la EDHS 2016, hubo 28 muertes por cada 1000 recién nacidos vivos, mientras que, en España, la tasa es de 1,86 por cada 1000, según datos del INE en 2017.

Todos los asistentes demostraron una gran disposición e interés y pudimos percibir el gran conocimiento teórico y técnico que tienen; por ejemplo, son capaces de hacer labores que aquí en España (e incluso en Europa) no están autorizadas para las matronas, como pueden ser los partos de nalgas o ventosas. Sin embargo, bien es cierto que hay aspectos más teóricos que no dominan tanto y que son de vital importancia como puede ser la prevención de riesgos. De ahí que, después de esta primera experiencia, nuestra principal línea de colaboración con la Universidad de Mekele seguirá siendo la formativa.

Otro de los aspectos que más nos impactó de la formación fue la gran cantidad de estudiantes de matrona hombres; alrededor de un 75% en Etiopía, según cifras facilitadas por la Universidad de Mekele, cuando en España se sitúa en torno al 5%, según los datos publicados por el diario Redacción Médica en este artículo. Al preguntar a una de los responsables de la Universidad a qué se debía esa diferencia tan amplia nos comentó que tiene profundas raíces culturales. Por un lado, muchas mujeres tienen que abandonar los estudios para dedicarse a labores domésticas y familiares, lo que no les permite continuar con los estudios. Además, las mujeres en la sociedad etíope son más retraídas, les cuesta tomar la iniciativa lo que les dificulta poder progresar. Esto lo pudimos comprobar durante la formación ya que apenas nos hicieron preguntas y les costaba más colaborar en las prácticas.

Medios con los que cuentan

También nos sorprendieron los medios con los que cuentan. Tienen bastante más material y equipamiento de lo que se podría esperar, pero muchos de ellos no saben usarlos, o se acaban rompiendo con el uso y no tienen forma de arreglarlo. Llegamos a vivir incluso un momento muy cómico cuando recibieron una cuna térmica (muy importante para mantener con calor a los recién nacido) pero les llegó sin instrucciones de montaje. No valen de nada estos medios si no se pueden mantener, o si nadie les enseña cómo usarlos adecuadamente. Además, ¿de qué sirven si a veces no hay ni agua corriente para lavarse las manos?

Lo importante es que con pocos recursos y apostando por su formación se pueden realizar una gran cantidad de cambios que ayuden a mejorar la salud materno infantil del lugar, sobre todo formando a alumnos que luego realizarán su labor profesional por diferentes zonas del país. Y esa es la línea es en la que estamos trabajando actualmente desde Holystic ProÁfrica, ya que durante nuestra estancia se logró firmar con la mencionada Universidad para garantizar una formación al semestre durante tres años.

*Artículo publicado el 1 de febrero de 2019 en la sección De mamas & De papas, de El País.

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