El hecho de vivir en una sociedad materialista hace que todo para nosotros tenga un precio: trabajar, enseñar, aprender, cuidar, comer… Convivimos rodeados de billetes y nos hemos acostumbrado a trasferencias en pantallas brillantes con remuneración vacía de algo invisible.
Precisamente el mayor valor del voluntariado es el no pretender recibir nada a cambio. Eso mismo es lo que hace que sea algo único. No hay nada más bello ni más pleno que compartir lo tuyo, TU VIDA, tu energía, tu tiempo… PORQUE SÍ, porque quieres hacer de este un mundo más justo, porque tienes más que los demás y te alegra poder regalar.
Nuestra guía fue creada para llegar a todos los países donde hubiera niños especiales en estado de carencia, sin profesionales formados para diagnosticar sus dolencias o diseñar sus protocolos de tratamiento. Porque si queremos ayudar a aquellos que viven con discapacidad en situación de exclusión social lo primero que tenemos que hacer es localizarles a temprana a edad, no cuando sean ya mayores. El objetivo es evitar la situación de llegar a África y que nos pregunte una madre desesperada: “Mi niña tiene seis años y todavía no puede andar, ¿qué pastilla le doy?”