Recién llegados en Addis Adaba, visitamos a las misioneras de la caridad…primer choque, en este caso con nuestra asumido derecho de poseer una sanidad mínima…Allí, las sister asumen la alimentación de los niños huérfanos y personas desfavorecidas (muy, muy desfavorecidas, creerme), su tratamiento médico, les dan un techo bajo el que vivir y el trato humano que tanto necesitan…Pero además, otros voluntarios, personas como tú y como yo, que dan parte de su vida, sus manos, trabajo y cariño, para servir a los que más lo necesitan, a los que están olvidados del resto del mundo. Esta sensación de admiración no dejó de acapararme con tantísimas personas que conocí en este camino por Etiopia, desde Addis Adaba hasta Wukro…me emociono aún hoy al volver a recordar…cómo estas `personas especiales´ son capaces de salir de su sociedad de confort, cambiar sus vidas y así cambiar la vida de los demás.
Ya llegados a Wukro, el padre Ángel, Holystic Pro-África y todas y cada uno de los locales y niños de St. Mary que me ofrecieron desde una sonrisa hasta lo que no tenían, sin nada a cambio…este poder de dar sin condiciones, amor, es lo que me encontré en Wukro. La dureza de una vida difícil dado los pocos medios y los problemas derivados de ello, es presente desde el minuto uno…pero gracias a `las personas especiales´ los progresos en una pequeña región como Wukro son impresionantes…El padre Ángel es un ejemplo como persona, por sus valores, su amor y su capacidad de trabajo. Proyectos de todo tipo se llevan a cabo poco a poco, para asegurar su consecución. Siguiendo el ejemplo, Holystic Pro-África en muy poco tiempo ha llevado a cabo varios proyectos, principalmente centrados en la fisioterapia y en el deporte. Y como Pablo me decía, encontré mi pequeña aportación…mi experiencia como profesora de tenis sirvió; adaptamos y pintamos una pista de tenis y enseguida teníamos a decenas de niños deseando aprender lo que pudiéramos enseñarles. Algunos sin zapatos, me esperaban a las 6am con los ojos deseosos de comenzar el entrenamiento. Y es aquí cuando me di cuenta de que cualquier aportación es valiosa, porque el entusiasmo que genera, lo mucho que es valorado, es indescriptible…Y así, y gracias a esta pequeña iniciativa, muchos voluntarios coordinados por Pablo y Holysitic Pro-África han hecho posible que este proyecto continúe a día de hoy.
Y la verdad es que me siento mal por llevarme tanto como me llevé de esta experiencia, porque es tanto que siento que sin duda es más de lo que dejé. Este sentimiento me ha llevado a admirar aún más a las personas y organizaciones como Holystic Pro-África que están allí a pie de cañón, constante, comprometidos, y hacen que los proyectos se conviertan en realidades…realidades que hacen la vida de personas como nosotros, pero nacidos en un lugar desfavorecido, una vida mejor.
Tengo tantísimas memorias de experiencias únicas, charlas con esas `personas especiales´ conocidas y momentos vividos con los locales que soy incapaz de numerarlas en esta corta carta…Es incluso difícil explicarlo, aunque podría resumirlo en “ejemplo y amor”. Gracias a Pablo, Holystic Pro-África y al padre Ángel Olaran por la experiencia más gratificante de mi vida, espero poder volver y hacerlo mejor, de momento seguiré apoyándoos en la distancia.